► LA LIBERTAD DE EXPRESIÒN NO SE NEGOCIA ◄. •Se aceptan y reciben criticas constructivas y/o destructivas!!!• Entre todos se puede construir nuevas ideas progresistas.

17 abr 2009

La TV ataca!!!

La televisión preside la mayoría de los hogares argentinos, se asume como electrodoméstico de carácter indispensable y hoy más que nunca al hablar constantemente de sí misma multiplica el discurso de quienes la manejan. La pantalla impera, dispara imágenes y consignas a partir de un menú donde cabe el concurso, el deporte, la ficción y un particular recorte de la actualidad que, en su conjunto, busca entretener. Un término aceptado y ponderado alrededor de la TV pero que en una de sus acepciones de la Real Academia Española implica “distraer a alguien impidiéndole hacer algo”. El aparato encendido es un arma que inmoviliza, que invita a estarse quieto, a aceptar una traducción pasiva de lo que ocurre porque, básicamente, está en manos de quienes quieren que los ciudadanos seamos clientes, consumidores, espectadores de una realidad que siempre pasa del otro lado del vidrio multicolor, que se resuelve lejos y que quizá pueda revelarse después del corte….



En su impactante texto “El imperio del consumo”, el escritor uruguayo Eduardo Galeano escribe y describe: “Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece”. Esa mirada de trazo mágico y lectura devastadora adquiere dimensiones palpables en la Argentina actual donde estudios recientes detallan que el consumo televisivo promedio diario por cada habitante es de tres horas y media. Esa cifra significa que a lo largo de un año cada uno de nosotros está dos meses seguidos mirando la pantalla chica. “Lo primero que hay que marcar es que estamos en un sistema capitalista, lo que implica que uno se sienta a mirar televisión después de haber trabajado ocho, nueve o diez horas y de haber tenido otras tres horas de viaje. Del tiempo de ocio que queda casi el 70% se pasa frente a una pantalla y es muy difícil pensar que pueda haber un sujeto que se desaliena justo en el momento de ver televisión para tener una mirada diferente y crítica de lo que le ofrecen cuando durante todo el día estuvo siendo alienado por el lugar que ocupa en la estructura social y porque está en relación de dependencia y de sobreexplotación. Por eso, lo ideológico de la TV ya no está en los contenidos sino en el hecho de que muchos se queden frente a la pantalla durante tres horas y media por día y lo que la TV hace con eso en términos generales es reduplicar esas relaciones de dominación”, desmenuza el profesor Leonardo Varela.


A partir de saberes académicos que comparte en la Universidad de Buenos Aires dictando Semiología en el CBC y Comunicación 1, cita a Umberto Eco para indicar que “difícilmente la TV pueda no ser oficialista porque estructural y legalmente depende del estado y por otro lado porque ella trabaja y refuerza el sentido común que es el propuesto por la clase dominante que quiere que sus representaciones del mundo sean universalizadas y naturalizada por sectores subalternos que acepten como propio lo que ésta construye”.


SUSANA GIMENEZ , LA EXPRESION MAS ACABADA DEL CAPITALISMO


por L. Varela


Susana Giménez es la expresión más acabada del capitalismo porque hasta que inventó las perlitas, cuando un conductor se equivocaba ese material no salía al aire por una cuestión de decoro. El invitado dice “encontramos dinosaurios en el sur” y ella pregunta “¿vivos?” y eso no aparecía porque era una vergüenza para el que preguntaba y entonces eso era desperdicio y gasto. Ella logra que ese salvajismo se convierta en algo rentable porque lo transforma en las perlitas y el televidente ya construido está esperando eso, lo que marca que se equivoca, que no sabe, que “es como nosotros”, aunque después viva en Miami y sea millonaria.



CONSTRUIR NUEVOS IMAGINARIOS DE RESISTENCIA Y LIBERTAD


por Grupo Alavio (http://www.agoratv.org/)


En la actualidad los grupos Clarín y Telefónica controlan prácticamente la totalidad de los medios de comunicación: televisión, radio, telefonía fija y celular, internet, periódicos y revistas. Esta situación tiene clara relación con la uniformidad del discurso político que plantean los medios de comunicación de los patrones y con su capacidad de instalar agendas ante la opinión publica. Como contrapartida han surgido gran número de experiencias de contrainformación que abarcan prácticamente todos los soportes posibles para dar difusión y tratamiento a los grupos de resistencia y de organización de poder popular. El medio donde se hizo mucha experiencia, pero que por otro lado más cuesta sostener con continuidad desde el campo popular, es el de la televisión. Los intentos por conformar canales de TV comunitarios chocaron con la dificultad de los movimientos sociales de no tomar como propio este medio y la idea de montar canales de televisión no está en las prioridades de las organizaciones. El otro cuello de botella es el de la producción de contenidos. A pesar que hay acceso a tecnologías digitales que superan en mucho la calidad de los equipos de registro analógicos, todavía queda pendiente la transferencia de técnicas para que los militantes de organizaciones populares puedan ser sus propios productores audiovisuales, ya que un canal de televisión comunitario no puede sobrevivir sin una práctica militante activa para sostener la experiencia como para el registro y producción documental que llene de contenido las trasmisiones. A fines de los 80 se hicieron las primeras transmisiones de televisión con equipos de baja potencia aprovechando la ausencia de señales en las frecuencias intermedias de los canales comerciales (por ejemplo entre el dos y el siete en Buenos Aires) y por el hecho de encontrar y experimentar con la tecnología para fabricar los transmisores, moduladores y antenas. Pero muy pronto se encontraron obstáculos difíciles de superar. El más complejo fue la ilegalidad de estas transmisiones según la ley 22.285 de radiodifusión vigente al día de hoy y firmada por Videla y Martínez de Hoz, que generó persecuciones, decomisos de equipos e incluso detenciones y causas judiciales. Con todo, un ejemplo paradigmático fue Canal 4 Utopía que transmitía las 24 horas intentando producir programas con la mayor coherencia posible de discurso y aunque la experiencia se agotó, fue un baluarte en términos de resistencia contra los avances patronales del menemismo. Hoy existen intentos de transmisión de televisión por aire con un carácter comunitario y militante. Las transmisiones de Televisión Piquetera tuvieron el objetivo de demostrar la posibilidad práctica de las transmisiones de TV a las organizaciones sociales para comenzar a debatir la necesidad de televisoras populares. La Comunitaria TV de Claypole y TV Barracas luego de hacer varias transmisiones se vieron en la necesidad de replegarse a procesos de formación de equipos de producción. TV Darío y Maxi tiene continuidad desde junio de este año con transmisiones de un día por semana y Agora TV, si bien nace como proyecto de TV por aire, tomó rumbo propio en transmisiones por Internet donde se está haciendo un camino propio diferenciado al proyecto original. El desafío es ver cómo se pueden reagrupar estas experiencias para potenciar la posibilidad de volver a instalar una o varias plantas transmisoras que den cuenta de las luchas e intentos de organización del campo popular en función de construir nuevos imaginarios de resistencia y libertad.





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